El tiempo es irreversible y no hay nada lo suficientemente valioso para comprarlo. A cada individuo se le otorga la misma cantidad de tiempo, y dependiendo de cómo cada uno utilice el tiempo, su valor varía. Los creyentes sabios redimen su tiempo y lo utilizan con prudencia a fin de que puedan dar gloria a Dios si comen o beben, o con cualquier cosa que hagan. Ellos diligentemente se adornan a sí mismos como las novias del Señor y corren hacia la Nueva Jerusalén.
Ahora profundicemos en cómo podemos convertirnos en creyentes sabios que redimen el tiempo y aprovechan al máximo las oportunidades.
Primeramente, debe ser lleno con el Espíritu Santo
Efesios 5:18 dice: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu». En este caso, «vino» no se refiere tan solo a la bebida con alcohol, sino que también simboliza todas las cosas que están en contra de la verdad que provienen del mundo que está lleno de pecado y maldad. Y la «disolución», no es un acto propio de los hijos de Dios, por lo que no deben emborracharse con vino. Al contrario, ellos deben ser llenos de «vino nuevo», que significa ser llenos del Espíritu Santo.
El enemigo diablo y Satanás trata de tentar a los creyentes a la muerte y merodean por ahí como leones rugientes buscando a quien devorar. De esta manera, debemos permanecer llenos del Espíritu Santo y mantener la gracia y fortaleza de Dios. Solo de esta manera no seremos tentados y podremos vencer todas las cosas en el Señor.
El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios quien nos ayuda (Romanos 8:26). A menos que estemos llenos con el Espíritu, es posible que perdamos la gracia y caigamos en el cansancio y la debilidad. Además, podemos perder el gozo y el agradecimiento y caer en la angustia y la pereza. Sin embargo, si estamos llenos del Espíritu Santo, podemos con valentía vencer al mundo y convertirnos en personas sobresalientes en todo.
Entonces, ¿cuáles son las maneras para recibir las obras del Espíritu Santo?
Por sobre todas las cosas, debemos de manera constante ofrecer oración ferviente.
Podemos comparar el Espíritu Santo como el «aceite» y la oración como «el acto de llenar la lámpara de nuestra alma con aceite». A pesar de que usted haya recibido el Espíritu Santo, si deja de orar es como una lámpara sin aceite. Entonces, usted no podrá superar pruebas y tentaciones, y simplemente puede ceder al mundo y caer en pecado. Es posible que lo lleve muy lejos de la salvación (Colosenses 4:2; 1 Pedro 4:7; Mateo 26:41).
Además debemos alabar a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma para ser llenos con el Espíritu Santo. Entonces podemos vivir felices en el Señor sin ser manchados con el mundo (Colosenses 3:16).
En segundo lugar, debemos intentar congregarnos juntos en el Señor
Los miembros de la iglesia primitiva continuaron reuniéndose diariamente en el templo. Fueron de casa en casa partiendo el pan y comiendo juntos con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:46). Al ver que la segunda venida del Señor se acerca, debemos congregarnos aún más (Hebreos 1:25).
El propósito de que los creyentes se congregan en el Señor, no es comer juntos, disfrutar y tener comunión. Ellos se reunían para orar, llevar a las almas a la salvación, traer avivamiento y recibir fortaleza para asemejarse al Señor.
En Efesios 5:19-20 leemos: «Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo». Una reunión en el Señor es el lugar donde los creyentes alaban a Dios y hablan el uno al otro en la verdad.
Cuando nos congregamos de esta manera, podemos fortalecer a los creyentes que son débiles en la fe y animar y consolar a aquellos que les falta fortaleza. Al estimular entre sí al amor y las buenas obras, podemos llegar a la vida eterna juntos al final. Ya que esto agrada a Dios, Él nos llenará a todos nosotros con la gracia y la verdad, y podremos experimentar grandes obras del Espíritu Santo.
Pero algunos creyentes simplemente consideran el congregarse como algo insignificante y descuidan su propósito real de llevar a la gente a la salvación y a sembrar la fe en ellos. Por lo tanto, debemos organizar todas las reuniones de acuerdo con el propósito original y mantener el control de si las reuniones producen vida, llenan a las personas con el Espíritu Santo y llevan al avivamiento.
2 Timoteo 2:22 dice: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor». Debemos continuar congregándonos en el Señor, pero debemos agradar a Dios por medio de nuestras reuniones.
Por último, usted tiene que estar sujeto a los demás en el temor de Cristo
Las personas pueden pensar que no les gusta estar sujetos a los demás porque su orgullo sufre. Pero sujetarse unos a otros en el temor de Cristo es un acto muy sabio y los que obedecen esto recibirán bendiciones.
¿Qué es estar sujeto a los demás en el temor de Cristo?
Es deshacerse de todas sus cosas personales que están en contra de la verdad de la Palabra de Dios y obedecer la Palabra por completo. Solo el momento que usted deseche su orgullo, arrogancia, pensamientos egoístas y especulaciones podrá servir incluso a hombres inferiores con su corazón y con sacrificio propio por los demás. Además, cuando nos despojamos de los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida; los celos, los conflictos y las mentiras del mundo, podemos buscar la paz con todos y lograr la santificación.
Si usted se reviste de su nueva identidad en justicia y santidad, de la verdad y obedece la Palabra de Dios, Él lo levantará y le mostrará Su amor hacia usted. Deuteronomio 28 implica que la clave para recibir las bendiciones se encuentra en la obediencia a la Palabra de Dios con decir «¡Sí!» y «Amén».
Abraham obedeció a Dios con reverencia a Él, por lo que incluso obedeció cuando Dios le dijo que ofreciera a su único hijo en holocausto. Él prosperó dondequiera que iba y fue bendecido al ser llamado «amigo de Dios» y reconocido como el padre de la fe.
Daniel nunca dejó de orar aunque le llevó a ser arrojado al foso de los leones. Dios le dio conocimiento e inteligencia en todas las ramas de la literatura y de la sabiduría. Daniel incluso fue muy entendido en todo tipo de visiones y sueños, y finalmente fue bendecido para convertirse en un Alto Comisionado de un gran imperio.
En otras palabras, cuando nos deleitamos en la Palabras de Dios, meditamos en ella día y noche y la obedecemos, Dios irá por delante de nosotros, nos proveerá y nos bendecirá para que prosperemos en todas las cosas.
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