Dios anhela dar a Sus hijos amados la bendición de la prosperidad del alma, que en todo les vaya bien y que disfruten de salud. Sin embargo, la justicia de Dios dice que solo podemos cosechar cuando sembramos. Incluso cuando sembramos, debemos conocer la forma correcta de hacerlo. Así podemos cosechar buenos frutos. Ahora, profundicemos en los ocho secretos para agradar a Dios y recibir Sus bendiciones.
1. Debemos preparar buena tierra mediante la circuncisión de nuestro corazón
Para que nosotros podamos cosechar lo que sembramos, debemos sembrar con fe. Aquellos que tengan mayor fe podrán cosechar mayores cultivos. En este caso, Dios incrementa nuestra fe en la medida que nuestro corazón sea santificado. Mientras más circuncidamos nuestro corazón y alcanzamos la santificación, tendremos más fe espiritual y recibiremos más bendiciones.
Por consiguiente, debemos primeramente circuncidar nuestro corazón para recibir las respuestas del deseo de nuestro corazón así como para recibir bendiciones financieras. Esto es debido a que cuando nuestra alma prospera podemos hacerlo en todas las cosas y disfrutar de buena salud.
2. Debemos guardar el día del Señor santo y dar los diezmos completos
Guardar el día del Señor santo es reconocer la autoridad espiritual de Dios. Es el mínimo acto de fe que prueba que somos hijos de Dios y que creemos en Jesucristo. Dar los diezmos es el acto de fe que reconoce la soberanía de Dios en todos los asuntos materiales de nuestra vida.
Dios puede bendecirnos solo cuando le pedimos con fe mientras reconocemos la soberanía de Dios al guardar el día del Señor santo y dar los diezmos apropiados. Cuando Satanás trae pruebas a nuestra vida, Dios no puede protegernos si es que no hemos guardado el día del Señor santo y no hemos dado los diezmos completos.
3. Debemos desechar la codicia y buscar la gloria de Dios
Si tenemos codicia, cuando nos enteramos de que podemos obtener ingresos sin trabajar para ello o podemos obtener una gran cantidad de dinero de forma fácil, llama nuestra atención. Si actuamos de esta manera, estamos propensos a ser engañados por personas malvadas (Mateo 6:24). Debemos desechar la codicia para disfrutar bien en la tierra, y también debemos buscar la gloria de Dios.
No debemos desear nada que no sea nuestro. Debemos pedir de acuerdo a la ley de la justicia al ser guiados por el Espíritu y no actuar con impaciencia. Si estamos muy motivados o si queremos hacer lo que sea para estar bien, es nuestra codicia la que bloquea la voz del Espíritu Santo (Santiago 4:2-3).
4. Debemos ir por el camino correcto y actuar solo con fidelidad
Cuando vivimos mediante la Palabra de Dios y vamos por el camino correcto con fidelidad, Dios nos recompensa con bendiciones. No obstante, aunque conozcamos de la verdad y oremos mucho, Dios no puede bendecirnos si no vamos por el camino correcto. Aquellos que son honestos y fieles ante las personas también pueden ser veraces delante de Dios.
En la iglesia no debemos intercambiar dinero entre los hermanos en la fe. La segunda cosa es que no debemos ser un garante financiero para nadie (Proverbios 6:1-5, 11:15, 22:26). Para poder recibir bendiciones y también evitar calamidades, les insto a que no se conviertan en garantes de nadie.
5. Hay que sembrar muchas semillas con diligencia en el espíritu
Así que, en 2 Corintios 9:6-7, leemos: «Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre».
No importa cuán grande sea el terreno de un granjero, él podrá cosechar solo lo que sembró. También tiene que sembrar diligentemente en el espíritu. Además, debemos sentir que hemos recibido bendiciones solo cuando sembramos mucho. No podemos decir que hemos sembrado mucho solo porque es una gran cantidad. Lo que Dios quiere recibir de las ofrendas no es el dinero sino el aroma del corazón.
6. Nuestra fe y obras no deben cambiar
¿Qué sucedería si el granjero sembrara las semillas y dejara de preocuparse por ellas o simplemente removiera la tierra porque no ve ningún fruto después de varios meses? Todos sus esfuerzos anteriores serían en vano. Algunas personas siembran y cuidan de ella durante algún tiempo, pero comienzan a quejarse si no consiguen lo que desean. Si usted simplemente deja de actuar con fe y deja de pedirle a Dios, todos sus esfuerzos previos serán en vano. Si siembra con fe y guarda sus obras para agradar a Dios, tiene que esperar hasta el final.
Luego, si usted decide dar a Dios algo, tiene que dárselo (Salmo 15:4; Eclesiastés 5:4-6). Si no guarda ninguna de sus promesas, debe derribar el muro de pecado al poner en práctica sus promesas.
7. Debemos sembrar en un lugar que sea del agrado de Dios
Usted tiene que sembrar de acuerdo a la voluntad de Dios. Ayudar a las personas pobres es una manera de recibir bendiciones, pero si usted ayuda a aquellos que han sido castigados por causa de los pecados cometidos, usted también sufrirá con ellos. Si da ofrendas o limosnas a aquellos que tienen disensiones o son injustos debido a la obra de Satanás, Dios no puede darle bendiciones.
Para recibir bendiciones usted debe estar seguro de recordar que debe ser sabio y sembrar en lugares que honren a Dios. Si usted da a los grupos o personas que agradan a Dios, entonces Él puede devolverle con gozo (Mateo 10:40-42; Gálatas 6:6). Si nosotros preparamos nuestro vaso delante de Dios, quien quiere bendecirnos abundantemente, Él nos bendecirá al treinta sesenta y ciento por ciento.
8. Usted debe ser fiel al reino de Dios y poseer anhelo por la bendición espiritual
Esto significa que debe ser diligente en su vida de fe todo el tiempo. Dios nunca olvida a aquellos que son fieles al reino de Dios. Por supuesto, si usted realmente está ofrendando fidelidad espiritual, no solo obra físicamente. Usted lo hace en espíritu y en verdad, y ora fervientemente sin cesar.
Cuando Dios ve a tales creyentes que lo aman y son fieles a Él, el Padre no simplemente recibe su fidelidad. También les da bendiciones para que puedan darle a Él la gloria. Debemos anhelar las bendiciones espirituales más que las bendiciones financieras. Ninguno a nuestro alrededor debe convertirse en una de esas personas necias que decepcionan a Dios al ser cegados por la vanidad sin sentido de la riqueza.
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