Mediante la comprensión de la profundidad del amor, la esencia del corazón de Dios, podemos comprender su corazón y compartir el amor con Él. Vamos ahora a ahondar en la profundidad de Su amor con el fin de medir la profundidad de nuestro amor, llenar cualquier deficiencia y carencia, y finalmente lograr el amor de Dios.
Primer nivel: El perdón
Jesús dijo que debemos perdonar no tan solo ‘siete veces’, sino ‘setenta veces siete’, que se refiere al perdón ilimitado y perfecto (Mateo 18:21-22). En el primer nivel, una vez que perdonamos, no recordamos en absoluto la circunstancia (Salmos 103:12-14, Isaías 43:25). Estamos dispuestos a perdonar a los demás, incluso aquellos que nunca podrían ser perdonados por otros (1 Reyes 21; 2 Crónicas 33).
Jesús perdonó a la gente mala que lo crucificó, y oró fervientemente por la humanidad que caminaba en pecado (Lucas 23:34). Murió por los pecadores para que pudieran ser perdonados y alcanzaran la salvación el momento de aceptar a Jesucristo. Por consiguiente, los hijos de Dios que reciben tal amor deben alcanzar el amor del perdón infinito y perfecto.
Segundo nivel: Dar vida
En este sentido ‘dar vida’ tiene el significado de ‘dar oportunidades’. En otras palabras, proporcionamos a una persona las bases de una buena condición para vivir y animarle a permanecer firme. Un ejemplo de este amor se muestra en Génesis 4. Luego de que Caín matara a Abel, él pidió la misericordia de Dios. Por supuesto, su asesinato llamó a la retribución. Entonces Dios puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara. Es decir, Dios le dio a Caín las oportunidades de tener un arrepentimiento verdadero y salvación.
Pedro negó a Jesús en tres ocasiones, pero luego de que él se arrepintiera por completo, no solo recibió perdón sino también el Espíritu Santo y el poder para cumplir con su deber como apóstol del Señor. Incluso en el último momento de su vida él devolvió el amor del Señor al ser crucificado cabeza abajo como un mártir. Este segundo nivel es el amor que le da a uno la oportunidad de recuperar la capacidad de vivir con éxito, así como perdonar las malas acciones.
Tercer nivel: La paciencia
‘La paciencia’, en la verdad, significa que somos pacientes hasta que uno se arrepiente, llega a ser renovado y da fruto. En otras palabras, aunque fue perdonado y revivió, todavía podría ser débil en la fe. Por ello debemos ser pacientes con respecto a su lento cambio. Debemos permanecer pacientes con bondad y amor. Además, debemos mostrar esta paciencia, incluso para aquellos que calumnian, juzgan y nos condenan; incluso extenderlo a las personas que traicionan y abandonan el verdadero amor que damos; y proporcionar a aquellos que actúan sin sentido con maldad hacia nosotros.
El amor espiritual es ‘soportar pacientemente todas las cosas’ siempre que tenga que ver con la salvación de la persona (2 Timoteo 2:10).
Cuarto nivel: Creer
La razón por la que podemos ser pacientes concerniente a ciertas personas es porque tenemos fe en el resultado. Incluso si cometen pecados, nos engañan y desobedecen, si creemos que van a cambiar e ir a la Nueva Jerusalén, la mejor de las moradas celestiales, no vamos a ser capaces de renunciar a ellos. No tendremos odio en el corazón porque creemos que con el tiempo cambiarán. Solo sentiremos pesar por ellos y oraremos con amor para que tengan fe.
En este nivel, nosotros creemos que Dios hará que lo imposible sea posible. Por lo tanto creemos que Él se hará responsable de ellos y que serán renovados. Cuando nosotros creemos en el corazón y encomendamos todo a Dios, Él se complace con nuestra fe y además la respalda.
Quinto nivel: La esperanza
La ‘esperanza’ se refiere al nivel que tenemos de esperanza y expectativa del lado bueno que una persona posee, aunque tenga 99 deficiencias y solo posea un solo punto, es decir, 1 de 100. En este nivel pensamos que si se amplía el buen punto, las deficiencias se pueden despojar rápidamente. Por ejemplo, creemos que una persona obstinada se convertirá en una persona justa, y una persona manchada por el pecado puede cambiar para ser una persona que trabaja fielmente, porque recibió abundante gracia. A pesar de que una persona cambia lentamente, si trabaja fielmente con su capacidad, nos sentimos agradecidos. Incluso si alguien recibe el castigo de Dios debido al pecado, no nos daremos por vencidos y tendremos la esperanza de que atravesará las pruebas y llegará a ser perfecto.
En este nivel, pedimos el perdón y la misericordia de Dios sobre su vida incluso mencionando en oración las cosas buenas que realizó en el pasado. Creemos que cambiará rápidamente durante un corto tiempo una vez que Dios obra. Es decir, podemos ver todas las almas con los ojos de la esperanza.
Sexto nivel: Esperar
En este nivel, debido a que creemos con esperanza, esperamos con paciencia hasta que esa persona cambie; aunque esto tome mucho tiempo.
A lo largo del periodo del cultivo de la humanidad, el Dios de amor ha perdonado a la humanidad que ha cometido pecados, dándoles oportunidades para vivir, siendo paciente, creyendo y teniendo esperanza por ellos (2 Pedro 3:8-9). Aún sigue esperando pacientemente a pesar de que no hay muchos frutos. Necesitamos darnos cuenta de Su amor. Tenemos que sembrar fe en las personas y entregar el mensaje, y comprometer el resultado a Dios (1 Corintios 3:6-7). Esperamos con esperanza inquebrantable incluso si se nos culpa y sufrimos pérdida a causa de ellos. Incluso si ellos critican y perturban lo que estamos haciendo, esperamos que acepten la oportunidad de cambiar. Aunque sufrimos mientras esperamos por ellos, podemos soportarlo con amor.
Séptimo nivel: Derramar lágrimas
En la Biblia encontramos que después que Dios creó al hombre sintió mucho dolor y derramó muchas lágrimas al cultivar a los seres humanos y esperar por ellos. Cuando comenzó el juicio del Diluvio en los tiempos de Noé, los ojos de Dios se llenaron de lágrimas. No obstante, Él no se olvidó de Su expectativa hacia la humanidad. Más bien, él mostró Su esperanza nuevamente hacia la humanidad e hizo una fuerte resolución para lograr el éxito en el cultivo de la humanidad.
Jesús también derramó muchas lágrimas cuando Él vino a este mundo para cumplir con el deber del Salvador ya que vio la maldad en la humanidad. Él predicó el evangelio del reino durante todo el día y constantemente oraba por Sus discípulos y sus almas con lágrimas durante la noche. Sus lágrimas por las almas, incluso una sola gota no cae y desaparece en vano, sino que fueron ofrecidas como fragancia a Dios y han dado abundantes frutos (Salmo 56:8).
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