Para poder cultivar la bondad a los ojos de Dios quien es Luz, primero debemos discernir entre lo bueno y lo malo según la verdad. Algo que usted puede considerar como bueno puede ser malo ante Sus ojos. Este artículo le ayudará a alcanzar la bondad perfecta en su corazón.
PUNTO 1. Deje de justificarse
Para poder cultivar la bondad debemos examinar nuestro ser con base en la Palabra de Dios y con diligencia llenarnos de aquello que nos falta. Aunque usted conoce sus limitaciones, quizás presente excusas y diga que no puede evitar hacer lo que hace en lugar de esforzarse por cambiar.
Usted puede saber bien que ser fiel en todo aspecto significa cumplir con todos los aspectos a su cargo en la iglesia, el hogar y en su lugar de trabajo, con un corazón del espíritu. Algunos pueden abandonar alguna responsabilidad y pensar: Estoy ocupado en la obra de Dios. Tengo una tarea muy importante. Esta labor es mucho más importante que la otra. Pero si hace eso, no estará admitiendo sus limitaciones y se demostrará que se está justificando a sí mismo al pensar que no puede evitarlo. Esto puede proceder de su malicia porque está usando mal la verdad para su beneficio.
Supongamos que usted tiene diez responsabilidades, pero solo puede lidiar con algunas de ellas. Si las cumple con todo su amor y sinceridad, los demás sentirán su corazón genuino y no se resentirán ni Satanás podrá acusarlo de nada.
Usted debe examinar si en realidad está atado por completo y si no puede escatimar más tiempo o si simplemente le falta el amor espiritual. ¿Hizo usted solo lo que quería hacer y descuidó las responsabilidades que no deseaba hacer? Para poder cultivar la bondad verdadera usted debe examinar si se está justificando a sí mismo, si sus pensamientos son egoístas y si está buscando su propio beneficio.
PUNTO 2. Despójese de la arrogancia
Saúl era un hombre común que jamás había pensado convertirse en rey. No obstante, a medida que continuaba recibiendo servicios como rey, su corazón se enaltecía sin que él se diera cuenta. Él consideraba que el trono era suyo y de nadie más; y se acostumbró a hacer mal uso del poder. Incluso el profeta Samuel, el que lo ungió como rey, llegó a tener miedo de Saúl. Cuando Saúl estaba tratando de matar a David, un buen hombre, cometió el malvado acto de destruir toda una ciudad de sacerdotes y nadie pudo detenerlo.
La arrogancia se ejercita de maneras muy astutas. El corazón puede enaltecerse sin notarlo. Antes de santificarse mediante la circuncisión del corazón, la arrogancia puede salir a relucir todo el tiempo. Por eso, debemos orar con fervor para despojarnos de la arrogancia.
Usted puede afirmar que ha asistido a todo tipo de servicio, que ha orado sin cesar, que ha trabajado con diligencia en todas sus labores y que sabe cómo manejar sus responsabilidades. Sin embargo, por las obras que ha hecho, quizás no se dé cuenta que el proceso de circuncidar su corazón es lento. Es posible que usted esté reprimiendo pecados tales como la envidia, los celos y los sentimientos adversos. Dado que no salen a la luz, usted no se da cuenta de sus limitaciones.
Algunos piensan que sus opiniones son mejores tan solo porque son los líderes, porque son mayores o porque tienen más experiencia. No escuchan a sus empleados ni a la gente al rededor. A así no logran reconocer el carácter con fallas y piensan que no hacen nada malo.
La arrogancia también se revela en la forma de quebrantamiento del orden o pasando por alto las jerarquías. Digamos que usted se está preparando para un evento de un grupo misionero. La secretaria le pide que decore el lugar para el evento; como petición especial pide que se use mantelería de color rosa. Usted le sugiere que el blanco se verá mejor, pero ella insiste en que use la mantelería rosa en esta ocasión. Entonces usted acude al presidente del grupo misionero. No solo quebranta el orden, sino que también se vale de su maldad engañosa para que su opinión sea aceptada. Usted piensa que acaba de obtener el permiso de parte del presidente, quien está en posición superior a la secretaria, por lo que no ve la desobediencia involucrada y se esfuerza en hacer un buen trabajo. No obstante, es probable que esto surja de su arrogancia. Por ende, debe examinarse a sí mismo todo el tiempo y despojarse de la arrogancia y alcanzar un corazón humilde (Filipenses 2:3; 1 Pedro 5:5).
PUNTO 3. No piense erróneamente que su propio fervor es un fervor a Dios
Si su pasión en verdad es por Dios, hará lo que a Él le agrada en todo tiempo. No solo trabajará con diligencia, sino que a eso se sumará la circuncisión del corazón. Buscará la paz con los demás y el beneficio para ellos en cada ocasión.
Aunque una persona puede tener un fuerte sentido de responsabilidad y pasión por su labor, es posible que se desvíe de la voluntad de Dios. Supongamos que recientemente se ha elegido un presidente para un grupo misionero, pero la persona elegida no es buena para los trabajos administrativos. La secretaria tiene más experiencia y enseña al presidente lo que debe hacer. Aun así, el presidente no puede manejar el trabajo, por lo que la secretaria se siente incómoda y decide hacer el trabajo por sí misma. De este modo, a veces ella expresa su orgullo y sus sentimientos de incomodidad.
Si otros obreros no trabajan de la forma que ella quiere, se agitan sus sentimientos. Ella habla con frustración o de forma verbal lastima los sentimientos de los demás. Aun así, ella piensa que debe hacer la obra de Dios y considera que está haciendo más de lo que se le ha encargado. Además, piensa que está haciendo muy bien su labor como secretaria. Si cubre sus faltas con su celo, ella no puede reconocerlas.
Si otra persona señala que ella está quebrantando la paz y el orden, ella se detiene por completo y se retrae. Ella no se da cuenta de su maldad. Más bien se resiente y piensa: He sido tan fiel, y así me tratan… Entonces su celo se apaga.
Si su pasión ha surgido de su amor por Dios, entonces no cambiará. Ella madurará según lo que Dios anhela. Ella no fue diligente para el reino de Dios con un corazón veraz, pero fue una pasión que surgió de su responsabilidad. Por esto necesitamos examinar nuestro ser respecto a si nos estamos esforzando con nuestro propio fervor o por nuestro amor por Dios para que podamos cultivar la bondad verdadera.
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