Pareciera que usted se ha estado esforzando mucho por ser fiel en su trabajo, pero ¿qué tipo de fruto está produciendo? Su nivel espiritual puede ser menor al esperado, y algunos aún están en medio de pruebas. Examinemos ahora si su fervor es del tipo que agrada a Dios. Al hacerlo las semillas de fe que ha sembrado surgirán como fruto de bendiciones perfectas.
PUNTO 1 ¿Proviene su fervor de su amor por Dios?
Algunas personas nacen con un temperamento muy extrovertido. Ellas son responsables en sus labores. Participan fervientemente en actividades de la iglesia. Muestran su fervor porque quieren ser reconocidas por los demás. Sin embargo, si no ven lo que están haciendo, pueden engañarse a sí mismas y pensar: estoy haciendo la obra de Dios porque amo a Dios.
Los que son sinceros en su amor a Dios buscarán Su sentir y voluntad para determinar lo que Dios anhela en verdad. No irán tras las maneras que consideran buenas ni intentarán alcanzar las metas que desean, sino que buscarán las metas y métodos de Dios e intentarán obedecer de acuerdo a Su corazón y voluntad.
Usted debe sentirse ansioso y sincero por tener una mayor medida de fe por su grande amor por Dios; y anhelar convertirse en un verdadero hijo de Dios. Aun así hay quienes piensan: He sido tan diligente como los demás; ¿entonces por qué se me considera menor en la fe? O: dado que tengo la posición en la que estoy, debería tener un nivel de mi medida de fe para no tener que sentirme avergonzado al respecto. Si usted tiene este tipo de actitud demostrará que usted desea cumplir su propia voluntad.
Si desea hacer su voluntad antes que la de Dios, quizás aprenda la Palabra y ore con diligencia por un tiempo, pero se cansará y perderá el impulso al no recibir lo que desea. Quizás ore por uno o dos meses, pero si nada sale como usted desea, dejará de hacerlo. La razón de su diligencia en oración no es la fe y tampoco el amor a Dios.
Si usted hace su labor con amor verdadero por Dios, buscará la paz con todos. Al cumplir con sus responsabilidades en la iglesia, debe examinar si lo está haciendo porque quiere ganarse los elogios de los demás o si en verdad es por amor a Dios.
Asimismo, no solo hará las obras que los demás pueden ver, sino también lo invisible, las obras difíciles e incómodas, con un corazón agradecido. Aunque a veces sea culpado erróneamente por algo que no hizo, en silencio se volverá a Dios.
PUNTO 2 ¿Es su fervor verdadero e inmutable?
Algunas personas se ven llenas de gracia y parecen fervorosas en su fe, pero pronto desaparecen. Su pasión se desvanece si las cosas no concuerdan con sus pensamientos o su beneficio personal.
Otros comienzan a descuidar su vida de fe porque sus pensamientos son consumidos por el dinero o la fama y otros pensamientos del mundo. En otros casos son diligentes en su fe porque desean recibir respuestas de parte de Dios, tales como la sanidad divina o las bendiciones financieras, pero su fervor se apaga tan pronto reciben las respuestas en el tiempo y la forma deseada. Algunos asisten a todas las reuniones y sirven a sus grupos con dinero y servicio físico, pero anhelan los títulos dentro del grupo. No obstante, si no obtienen las posiciones o títulos que desean, no regresan más a las reuniones. Hay algunos que participan activamente solo cuando están a cargo, pero no colaboran e incluso pueden apartarse solo para mirar cuando otros están a cargo.
El fervor del apóstol Pablo por la difusión del evangelio jamás se apagó durante su ministerio. Aun cuando no obtuvo gloria alguna ni frutos substanciales, él no se desanimó. Aunque su pueblo, los judíos, lo siguieron en un intento por matarlo y los gentiles lo persiguieron diciendo que estaba interfiriendo con la adoración a los ídolos, él no dejó de difundir el evangelio. En la iglesia que estableció con mucho esfuerzo se difundieron noticias de adulterio y otros pecados entre los miembros, lo que causó que él sintiera mucho pesar. Algunos obreros lo traicionaron y lo abandonaron y otros lo rechazaron diciendo que no estaba calificado como apóstol.
No obstante, a él no le importó ningún tipo de dificultad. Él no se sentía cansado ni desalentado. Tampoco se quejó ni se preguntó por qué debía pasar por aquellas pruebas. No dijo: ¿Por qué el Señor no me ayuda? Jamás pensó: ¿Por cuánto más tengo que sufrir? Ya no puedo seguir aguantando esto...
Incluso después de haber sido apedreado casi hasta la muerte, apenas recuperó el conocimiento él se dirigió a su próximo destino en su viaje misionero. Aun después de haber sido golpeado, cubierto de sangre y encarcelado, él alabó a Dios en alta voz para poder ser escuchado por todos los reclusos. A pesar de estar en confinamiento y de no poder ir libremente a predicar, él envió cartas a cada iglesia para reafirmar la fe de los líderes y de los creyentes. Anhelo que su fervor por el Señor sea reconocido por Dios como un fervor verdadero e inmutable como el fervor del apóstol Pablo.
PUNTO 3 ¿Proviene su fervor de la gratitud por la gracia de la salvación de Dios?
Para que su fervor sea inmutable, jamás debe olvidar la gracia que recibe de parte de Dios. El apóstol Pablo fue tan apasionado en cumplir su tarea por causa de la gracia que salvó a una persona como él, pues él se consideraba a sí mismo el peor de los pecadores.
Él vivió toda su vida con una actitud de gratitud; y pensaba: Estoy muy agradecido por la gracia que me salvó. Yo perseguía al Señor; y ahora tengo el gran privilegio de que Él me haya dado la labor de un apóstol. ¿Qué hice para merecer esta preciosa tarea de difundir el nombre del Señor? Aunque sufrió dificultades y persecución, él meditó en su tarea de difundir el evangelio y se esforzó al máximo.
Cuando se trabaja fielmente con gratitud por la gracia de Dios, no se desea elogios ni recompensas por el trabajo bien hecho. Aunque se sacrifique y se dedique a sí mismo, la gracia de Dios que usted ha recibido es mucho mayor que cualquier cosa que pueda darle a Dios.
Sin embargo, la mayor gracia de todas las gracias recibidas es la de la salvación. El mundo actual está tan lleno de pecados y aunque usted haya escuchado el evangelio y aceptado al Señor, y aunque usted sienta que comprende la voluntad de Dios con claridad y experimenta muchas obras poderosas, le es difícil mantener la fe. Yo le animo a que grabe esa fe aun en lo más profundo para que pueda volverse más ferviente día tras día.
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