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La bondad y el amor de Dios en el juicio

Noticias Manmin   No. 245
3910
Octubre 22, 2017


Caso 1. Adán, el primer hombre, fue expulsado del huerto del Edén (Génesis 2-3). En la sabiduría de Dios comenzó el cultivo de la humanidad, el proyecto para obtener hijos verdaderos.


El primer hombre, Adán disfrutó de gran autoridad y poder en la gracia y el amor de Dios, pero él no guardó el mandamiento de Dios diciendo que no comiera del árbol de la ciencia del bien y del mal. En Génesis 2:16-17, Dios le dice al hombre: «De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».

La desobediencia de Adán rompió el corazón de Dios sin piedad. Era simplemente la misma traición de Lucifer a Dios. Causó gran dolor en el corazón de Dios y, a través de Adán, el pecado entró a toda la humanidad. Sin embargo, Dios no dejó que él muriera de inmediato, sino que lo envió a la Tierra y le permitió enfrentar la muerte en el mundo. Era una oportunidad que Dios le dio para que él pudiera comprender el verdadero significado del amor de Dios, y que se arrepintiera de corazón para alcanzar la salvación.

Dios hizo túnicas de piel para Adán y su esposa Eva, y los vistió; ambos fueron expulsados del huerto del Edén debido a sus pecados (Génesis 3:21). Él sabía muy bien que sentirían dolor y pesar en el mundo lleno de pecado y que tendrían que afrontar también los sufrimientos y la fatiga del mundo carnal. Él sentía pesar y se preocupaba por ellos. Fue por Su amor que les hizo las prendas de piel y los vistió.

Cuando Adán y Eva vieron la ropa de piel, recordaron que Dios les dio una oportunidad con amor y les hizo sentir Su amor, y ellos guardaron a Dios en el corazón. Con ese amor lograron superar todo en el mundo.

Fue un incidente desesperante para Adán el ser expulsado del huerto del Edén y vivir en la Tierra que fue maldecida por su transgresión. Pero, en este acto estaba inmersa la profundidad de la bondad y el amor de Dios.


Caso 2. El juicio del diluvio que llegó en la época de Noé (Génesis 6-9).
Dios dio tiempo suficiente para que la gente pudiera arrepentirse y esperó hasta el final.


El juicio del diluvio en la época de Noé fue la decisión final de Dios. Dado que el pecado y el mal estaban tan generalizados en ese momento, Dios llegó a la conclusión de que el cultivo no debía seguir su curso.

Dios sabía que todas las personas irían por el camino de la muerte, excepto Noé y su familia; aun así, él todavía quería salvar a otras personas y buscó la forma de lograrlo. Dios hizo que Noé construyera el Arca y que proclamara a la gente diciendo que habría un juicio. A través de Noé, Dios siguió diciéndoles que se arrepintieran y cambiaran. Él dio tiempo suficiente para que la advertencia de Noé se difundiera ampliamente, y dio muchas oportunidades. Incluso después de terminar la construcción del Arca y cuando Noé y su familia y todo tipo de animales ya habían entrado, Dios esperó a que los próximos siete días pasaran. No obstante, las personas permanecieron en pecado aun justo antes del diluvio. A pesar de que Dios conocía sus corazones, les dio oportunidades y esperó con misericordia por ellos.

Al final, el gran diluvio comenzó. Lágrimas brotaron de los ojos de Dios y formaron la palabra «expectativa» en Su manto. Esto significaba que Él tendría expectativas de nuevo, que esperaría, y que seguramente tendría éxito.

El juicio del diluvio llegó a las personas debido a su gran mal de acuerdo con la justicia de Dios. Aun así, Dios no lo dio por sentado. Sintió un gran dolor e hizo un pacto mostrando un arco iris que significaba que no iba a juzgar a las personas con un diluvio de nuevo (Génesis 9:8-17).

Como resultado, a través de los descendientes de Noé llegó Abraham, el patriarca de la fe; Moisés, el líder del éxodo; Elías, el profeta de poder y muchos otros. Además, a través del rey David, Jesús vino a este mundo en forma humana, y finalmente abrió el camino para que todas las personas puedan ser salvas.


Caso 3. Un juicio de fuego cayó sobre Sodoma y Gomorra (Génesis 18-19). Dios quiere seguir dando oportunidades y salvar a la gente por todos los medios.


La justicia de Dios, dice: «La paga por el pecado es la muerte», pero Él no quiere traer juicio contra las personas que tienen incluso la más mínima posibilidad de salvación. Es por esta razón que Él buscó en toda Sodoma y Gomorra con dos arcángeles para encontrar la manera de que los habitantes de las ciudades evitaran el juicio. Sin embargo, sus pecados y su maldad fueron tan graves que la sentencia era inevitable.

No obstante, Dios escuchó la ferviente súplica de Abraham y prometió desistir del juicio si encontraba diez personas justas en las ciudades. Por desgracia, no hubo ni siquiera diez personas para ser salvos. En este caso, «hombres justos» se refiere a personas que eran dignas de ser salvas. Si hubiera habido diez justos, Dios hubiera retirado el juicio y hubiera dado otra oportunidad para las ciudades.

Dios se acordó de Abraham, quien intercedió con amor, y le dio una oportunidad a su sobrino Lot y su familia. Este es el corazón de Dios que quiere seguir dando oportunidades y salvar a la gente. Así es Su bondad y Su amor. En el juicio de Sodoma y Gomorra, podemos sentir el corazón real de Dios que desea salvar a la gente por todos los medios.


Caso 4. El juicio a Coré y toda su compañía que estaba en contra de Moisés (Números 16). Dios desea salvar a más personas al evitar que más pecado ocurra.


Según la Palabra de Dios, Moisés era quien dirigía a los Israelitas a Canaán después del éxodo. Un día, la rebelión de Coré, Datán y Abirán se levantó contra Moisés y Aarón, con 250 líderes de los clanes. Ellos no dudaron en decir cosas en contra de Moisés.

La rebelión de Coré y su compañía no solo se levantaron en contra de Moisés, hombre de Dios, sino que también reunieron a la gente para la rebelión y llevaron a muchas personas por el camino de la muerte. Fue así como ellos se levantaron contra Dios, y Él sabía que si los dejaba como estaban, iban a causar más problemas a los demás israelitas. Por eso, Dios necesitaba tomar una decisión según Su amor y Su justicia. Él recompensó su mal para que las demás personas no fueran engañadas a seguir en la dirección equivocada.

Antes de la rebelión, el pecado y la maldad de los israelitas había ido más allá de todo límite varias veces, pero Dios esperó con paciencia y los condujo a la tierra de Canaán. Pero esta era una situación más urgente porque la rebelión de Coré, de la tribu de Leví, y de Datán y Abiram de los Rubenitas, podría haber conducido a otras personas a cometer pecados graves ante Dios y podría haber puesto a todo el pueblo en el camino de la destrucción.

Moisés y Aarón rogaron a Dios que retirara su furia que sin duda descendería sobre todos ellos. Así, solo Coré y su compañía fueron puestos bajo el juicio de la ira de Dios. Entre los descendientes de Coré, quienes no se unieron a la rebelión fueron autorizados a continuar sus funciones como Levitas. El juicio sobre la rebelión de Coré y su compañía fue una obra de bondad para permitir que muchas personas alcanzaran la salvación.

Al final, la tierra abrió su boca, los tragó y los consumió con fuego. Esto demostró cuán grave es el pecado de enfrentarse contra los hombres de Dios, y por ende, Él evitó posibles malas acciones futuras de antemano.

La realización del juicio en sí es algo desgarrador. Pero si conduce a la salvación de más personas y el cumplimiento de la providencia de Dios, Él permite que el juicio ocurra.


 

 

 
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