Cuando usted acepta al Señor, usted recibe el Espíritu Santo como un don. Entonces, usted será espiritualmente como un recién nacido y seguirá creciendo en la fe. Crecerá comenzando con la fe de los niños pequeños, los niños, los jóvenes y, a continuación, la de un padre tal como está escrito en 1 Juan 2:12-14. No obstante, el ritmo de crecimiento varía entre individuos. Ahora vamos a examinar las claves para el crecimiento espiritual e intentaremos alcanzar la plena medida de la fe que agrada a Dios.
No se impaciente, y solo siga los fundamentos.
Para tener mayor fe, usted debe estar seguro de que puede alcanzar la plena certidumbre de fe en el amor de Dios. Si está impaciente y piensa que su fe es muy pequeña, esto le impedirá crecer en la fe.
Para que crezca en la fe, primero debe examinarse a sí mismo a través de la inspiración del Espíritu Santo. Pero si tan solo desea con impaciencia aumentar la fe, los pensamientos carnales vendrán primero. Entonces no podrá oír la voz del Espíritu Santo y se sentirá simplemente angustiado, y fracasará en examinarse a sí mismo.
Incluso le impedirá recibir fuerza para despojarse de sus deficiencias aunque las haya identificado. Y se sentirá todavía más angustiado porque usted sabe que tiene que cambiar.
La fe espiritual se recibe de Dios y la gracia y la fortaleza para que pueda ser alguien santificado también provienen de Dios. Pensar que logrará este nivel de fe hasta determinado momento o apresurarse por lograrlo no lo lleva a tener una mayor fe. Más bien, usted debe proceder paso a paso hacia la medida de la fe que Dios quiere (Romanos 12:3).
El primer paso es seguir los fundamentos cristianos. Adorar en espíritu y en verdad sin tener pensamientos ociosos ni quedarse dormido, orar fervientemente, alabar sin cesar con el corazón, y leer la Biblia cada día, esos son los fundamentos. Tales obras se convertirán en la fuente de su fe. Por lo tanto, con el fin de aumentar la fe, usted debe pedir la gracia y la fortaleza de Dios para despojarse de lo que aún no ha desechado y hacer lo que no podía hacer, y debe comenzar por la menor de las cosas con fe (Lucas 11:11-13).
Además de esto, debe examinar en qué medida ha guardado los mensajes que se predican en los servicios y cuánto se ha esforzado por vivir de acuerdo a ellos. Al tratar de vivir por la Palabra, podemos sentir el amor de Dios y Su amorosa intervención al guiarlo para que pueda ser alguien santificado.
Aprenda la Palabra de Dios y ore.
Con el fin de tener las fuerzas para cambiar por medio de la Palabra de Dios, debe entender el amor de Dios primero. Solo en ese amor usted puede descubrir su verdadero yo y fortalecerse para vivir de acuerdo a la verdad.
Para comprender Su amor, usted debe conocer la Palabra de Dios y orar. Solo cuando se escucha la Palabra de Dios se puede comprender la fe perfecta, discernir entre la verdad y la falsedad, comprobar su fe, y comprender lo que tiene que cambiar.
Sin embargo, a menos que usted ore, aunque escuche la Palabra, usted no obtendrá ninguna comprensión espiritual. O, no logrará aplicar el mensaje a su vida. Sin la oración, usted no recibirá ninguna fortaleza para poner en práctica el mensaje, y pueden sentir como que es una carga para usted. Pero si ora, la palabra de Dios vendrá en la bondad, y sentirá el amor de Dios que le permitirá entender Su corazón y lo renovará a usted.
Si logra comprender el amor de Dios que siempre quiere darle las mejores cosas, su oración va a cambiar. No repetirá: «Lo siento. Perdóname», solo porque sabe lo que debería hacer. No estará obligado a orar, y usted no dirá: «Déjame despojarme de esto y también de aquello».
Usted va a orar así: «Padre Dios quien me creó y me da buenas cosas todo el tiempo, te amo. Por lo tanto, quiero actuar conforme a tu voluntad. Ayúdame a rechazar todos los pecados y la maldad porque quiero convertirme en la fuente de tu alegría y tu consuelo. Dame tu gracia y la fortaleza para que yo pueda acercarme a ti, Padre». En esta oración, podemos sentir el amor más profundo de Dios y logramos alcanzar una mayor fe.
No se desanime por compararse con los demás.
Si su corazón está lleno del amor de Dios, usted no se va a comparar con otros. Confiará que Dios lo ama, y usted también lo amará a Él. Esta confianza le permitirá ser lo suficientemente generoso para compartir el amor con los demás. Sin embargo, si usted no siente el amor de Dios, va a compararse con otros. Si piensa que está por delante de los demás en la carrera de la fe, usted puede sentirse aliviado. Pero si siente como que está detrás de los demás, puede sentirse nervioso, incluso triste y desalentado. Si se esfuerza al máximo en la medida de la fe, sin embargo, puede pensar con bondad en todo. Usted podrá amar a otros en la medida en la que está lleno del amor de Dios. Por su amor por ellos, usted podrá sentirse feliz cuando obtengan reconocimientos y elogios, como si el reconocimiento fuera suyo. Podrá vivir vigorosamente en el amor de Dios y creer que alcanzará la plena medida de la fe.
Si los demás están por delante de usted, se sentirá agradecido, y si usted está por delante de ellos, se sentirá agradecido igualmente porque puede orar y alentar a los demás. Por lo tanto, anhele llenar su corazón con el amor de Dios y alegrarse con la verdad en cada asunto. Si desea cambiar con acciones, primero debe considerar seriamente en qué medida se esfuerza por amar a Dios y cuánto anhela Su gracia.
Si está siendo fortalecido por el Espíritu Santo, sin importar lo infértil y deficiente que sea la tierra de su corazón, este podrá ser transformado. Primero examine si ha fijado sus ojos solo en la Nueva Jerusalén con el amor a Dios y si está ofreciendo su oración ferviente a Dios quien lo llama y lo ha estado guiando, lo perfecciona y lo lleva a la Nueva Jerusalén (1 Tesalonicenses 5:24). Al hacer esto, usted puede llegar a ser un fruto perfecto de Dios.
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