En 2 Corintios 2:15 leemos: «Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden». Como se menciona, los cristianos tienen que guiar a mucha gente al seno de nuestro Señor, entregar la fragancia de Cristo y convertirse en la luz y la sal del mundo. Entonces, ¿cuál es la fragancia de Cristo?
La fragancia de humildad y servicio
Jesús dijo en Mateo 20:28: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». La gente alrededor de Jesús sentía Su humildad y servicio.
Jesús es el Hijo de Dios, y él realizó señales, prodigios y sorprendentes obras poderosas para que así la gente pudiera creer que Él es el Salvador.
Sin embargo, Él no quería ser servido. Más bien, se humilló y sirvió a las personas. A veces tampoco podía comer ni dormir porque había muchas personas que acudían a Él. Él las sirvió desde el fondo de Su corazón. La fragancia de Su humildad y servicio toca y cambia los corazones de las personas.
Por lo tanto, los cristianos deben seguir Su ejemplo al ser humildes y servir a los demás, y de ese modo dar la fragancia de Cristo de humildad y servicio.
El caso es que ustedes deben emanar la fragancia naturalmente del corazón, no de los modales refinados ni la educación, que son cosas externas, pero sin corazón. Solo entonces pueden abrir el corazón de los demás y ganar su confianza. Entonces el evangelio que intentan compartir con los demás puede ser plantado en el corazón de ellos.
Algunas personas parecen saludar humildemente a su superior, pero hablan mal de él a sus espaldas. Algunos superiores no devuelven el saludo a sus subordinados o ni siquiera les importa su saludo. Estas acciones están lejos de la humildad y el servicio.
Algunas personas pueden sentirse molestas e incluso se enfadan cuando son regañadas por sus errores, cuando son amonestadas o al escuchar consejos. En este caso, deberían estar conscientes del deseo en su corazón de ser exaltados y servidos. A causa de esos rasgos en el corazón, aborrecen escuchar la amonestación o los comentarios que revelan sus deficiencias.
O bien, cuando alguien dice algo que va en contra de sus pensamientos, pueden emitir un juicio sobre su observación basado en sus propios puntos de vista. Pero en la mayoría de los casos, el juicio puede ser diferente a la realidad.
Es decir, cuando se ponen por encima de las personas, pueden sentirse incómodos y puede conducir a conflictos con los demás. Sin embargo, si uno se humilla a sí mismo y trata de entender, no causará ningún problema con los demás. Para comprender, es sumamente importante que ustedes escuchen a los demás hasta que terminen de hablar. Entonces podrán comprender mejor por qué tenían que decir lo que dijeron. También pueden sentir lo que tienen en su corazón, como su esperanza de ser amados o un deseo de ganar más reconocimiento, o un deseo de hacer mejor en algo. Así podrán ofrecer mejores respuestas.
Esta fragancia de Cristo que se da en la humildad y el servicio seguramente va a tocar los corazones de los demás.
La fragancia de amor
Aunque Pedro negó a Jesús tres veces, Jesús nunca lo abandonó. Más bien entendió su debilidad, lo perdonó y lo fortaleció de nuevo. En cierto momento, Pablo perseguía y causaba persecución a aquellos que creían en el Señor Jesús, pero el Señor vino a él, lo perdonó y lo hizo Su apóstol. Este amor del Señor los renovó y los hizo Sus apóstoles.
Lo mismo ocurre con nosotros. El amor de la cruz del Señor derritió nuestro corazón. El Señor fue flagelado por todo Su cuerpo, llevó la corona de espinas y Sus manos y pies estaban clavados en la cruz. Al final, murió en la cruz y derramó toda Su sangre para salvarnos cuando no volvimos a saber ni creer en Él. Al comprender el amor de Su cruz, podemos sentirnos agradecidos y derramar muchas lágrimas. Cuando guardamos el amor del Señor quien sacrificó todo por nosotros, y mostramos Su amor a los demás, podemos emitir la fragancia de Cristo.
Es el amor que no quiere nada a cambio. Es el amor que constantemente nos da sin escatimar nada. Es el amor que perdona incluso a los que nos lastiman, como el Señor nos perdona de nuestros pecados e iniquidades. Si emitimos esta fragancia del amor, otras personas pueden sentirla y cambiar. El amor espiritual puede fundir un corazón que es tan frío como el hielo, y puede suavizar el corazón endurecido.
Aquellos que dan este tipo de amor espiritual serán amados por los demás, también. Algunos de ustedes pueden pensar: ¿Por qué no puedo ser amado por los demás? ¿Es porque mi apariencia física o mi estatus social no es lo suficientemente bueno? No tienen que tratar de alcanzar ese amor carnal. El amor carnal no dura mucho. Es solo temporal. Este amor puede cambiar fácilmente al cambiar sus atributos físicos o cuando aparece alguien que es mejor.
Con el fin de obtener amor inmutable y verdadero, su espíritu, que es la esencia de su ser, debe ser renovado. Es decir, deben tener el corazón de la bondad libre del mal y el corazón del espíritu sin carne. Cuando se da la fragancia de Cristo con el corazón, serán definitivamente amados por los demás. Tal amor es veraz.
La fragancia del amor que sale desde el corazón del espíritu puede tocar el corazón de todos. Es suave, cálida y verdadera. Cuando se da esa fragancia, las personas abren su corazón y dan amor desde lo profundo de su corazón.
El verdadero amor es cuidar de todo lo que pertenece a otra persona por su gran amor al espíritu de esa persona. Dios el Padre también ama nuestros espíritus, no nuestras apariencias (1 Samuel 16:7). Es con nuestro corazón que también creemos y amamos a Dios a quien no vemos.
En Proverbios 8:17 leemos: «Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan». Si guardamos los mandamientos de Dios porque le amamos, nuestras almas prosperarán, todo irá bien con nosotros, y vamos a recibir la bendición de una buena salud. Es decir, podemos recibir el amor de parte de Dios, tener un encuentro con Él y disfrutar la vida de abundancia aun en el mundo.
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