Dios merece nuestro amor, incluso con nuestras vidas y nuestra confianza absoluta. ¿Qué tipo de confianza y amor tiene usted en Dios? Vamos a analizar los secretos para lograr perfeccionar la confianza y el amor a Dios, el Señor, y el Espíritu Santo.
Es necesario despojarse de los pensamientos carnales, los cuales son hostiles hacia Dios.
Romanos 8:7 dice: «Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden». ¿A qué se refiere cuando habla de «los designios de la carne»?
«Los designios de la carne» son la falsedad que sale del corazón a través de la obra del alma. Agita la lujuria del corazón y obstaculiza el desarrollo espiritual de las personas de fe que agradan a Dios. Si uno tiene esta mentalidad carnal, pasan juicio sobre todo según su propio estándar y piensan perseguir beneficios personales. En esta mentalidad, la gente critica algo que está bien, piensan erróneamente de la bondad como maldad, y solo viven sin saber que están equivocados.
Digamos que usted se encuentra con una persona a la que aprecia mucho, pero él no le saluda, sino que hace un extraño gesto, aunque usted lo saludó. Usted puede pensar, ¿Le hice algo malo? Pensé que él era agradable, pero resulta que es grosero. Usted puede cambiar su opinión en un instante. Usted no consideró su situación en absoluto, sino que lo juzga basándose en su corazón engañoso e inconstante.
2 Samuel capítulo 6 representa al rey David, quien se regocijó ante el arca de nuestro Señor cuando fue llevada de vuelta a Jerusalén. Él, alegremente danzó y alabó a Dios. Al ver esto, su esposa, Mical, lo despreció y pensó que él no se estaba comportando con dignidad. Ella lo juzgó con base en su maldad y arrogancia, aunque el obrar de él pertenecía a la bondad ante los ojos de Dios.
En Lucas 13, había una mujer que durante dieciocho años había tenido una enfermedad causada por un espíritu malvado. Ella estaba doblada y no podía enderezarse. Jesús puso Sus manos sobre ella; y de inmediato se enderezó y comenzó a glorificar a Dios.
Pero el oficial de la sinagoga se indignó porque Jesús había sanado el sábado, el día del Señor, y comenzó a decir a la multitud que sanaran durante la semana, no en el día del Señor. A él no le importaba que el poder de Dios se había manifestado y que los que vivían miserablemente habían experimentado el amor de Dios. Debido a que él no tenía ningún amor y bondad, dictó sentencia según su autojustificación y criterios e insistió en lo que él dijo que era la voluntad de Dios.
Si uno tiene rasgos de falsedad tales como el odio, los celos y la codicia o la autojustificación y criterios propios, surgen los pensamientos carnales. Pueden pensar en algo bueno como algo malo. Por eso, es necesario despojarse de los pensamientos carnales, los cuales son hostiles hacia Dios. Si algo bueno es considerado como algo malo, es por su maldad. Es necesario despojarse rápidamente y tratar de tener pensamientos espirituales en cada asunto. En 1 Corintios 2:13 leemos: «...de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales». Solo si tenemos pensamientos espirituales podremos entender y confiar en Dios quien es espíritu.
Es necesario entender la buena voluntad de Dios al escuchar lo que el Espíritu Santo dice y recibir Su orientación.
En Mateo 15, una mujer gentil le pidió a Jesús que echara fuera el espíritu inmundo de su hija. Entonces, él le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos». Pero en lugar de sentirse lastimada, ella se humilló y dijo: «Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos».
Jesús alabó esta humilde confesión y respondió la petición de la mujer al instante. Si ella hubiera insistido en su orgullo, se habría sentido herida, triste de corazón, y se hubiera dado por vencida. Sin embargo, la mujer tenía suficiente fe para recibir la respuesta. Es por eso que ella pudo aferrarse a Él sin titubear, con una confesión de bondad.
Jesús conocía su fe, así que le dio la oportunidad de cumplir con la medida de la justicia para la respuesta al hacer que demostrara su fe hasta el final. Él también quería escuchar su confesión humilde para mostrar cuál es la verdadera fe a quienes se desalientan fácilmente, culpan a Dios y cambian cuando la respuesta parece no llegar.
Aquellos que disciernen todo con bondad confían en la bondad y el amor de Jesús; así puedan reflexionar sobre por qué Jesús lo hizo. Después de aceptar al Señor y recibir el Espíritu Santo, usted podrá ser guiado por el Espíritu y así discernir todo en la bondad en la medida en la que se despoja de la maldad, así como de los pensamientos carnales.
Sin embargo, si tiene pensamientos malvados, falsedad y apego a las cosas del mundo, el Consolador, el Espíritu, no puede obrar. Cuando destruye los pensamientos carnales, recibe el apoyo del Espíritu Santo y cree en la bondad, podrá comprender la profunda voluntad de Dios. Mientras más la comprenda, más profunda será su confianza.
La confianza aumenta a medida que aumenta el amor
Pedro, un discípulo de Jesús, confió y amó a Jesús durante Su ministerio público, pero después de la crucifixión, su amor llegó a ser aún más profundo. Su Maestro, Jesús, a quien él amaba tanto, el bueno y precioso Hijo de Dios, fue crucificado miserablemente delante de sus ojos. No obstante, él lo negó en lugar de protegerlo, e incluso lo maldijo.
No obstante, Jesús lo miró tranquilamente sin ningún reproche y tomó el sufrimiento de la crucifixión. Después de haber presenciado el sufrimiento de Jesús, quien murió para él, su amor fue mayor y más profundo. A medida que el amor aumentó, creció el nivel de su confianza en Él.
Anteriormente, él había tenido miedo incluso de una pequeña sirvienta, pero después de la resurrección del Señor predicó el evangelio, incluso cuando estaban rodeados por aquellos con miradas asesinas en sus rostros. Ni siquiera cuando fue crucificado cabeza abajo, su confianza se sacudió. Él pudo ser martirizado gloriosamente en ferviente amor y firme confianza.
Seamos unidos en la verdadera confianza y el amor en este mundo; seamos de consuelo y demos amor a Dios en la Nueva Jerusalén.
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