(Columna) Jesús: El mejor médico también tiene una mente sana
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Junio 15, 2008 |
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~ Anciano Alvin Joon-Ha Hwang (Doctor en medicina, Neurofisiología)
~ Leído en la Conferencia Médica Cristiana Internacional patrocinada por la Red Mundial de Médicos Cristianos (WCDN)
Sin importar que tan fuerte sea uno físicamente, sin una paz verdadera en el corazón no se podrá ser verdaderamente feliz. He asistido a la iglesia desde mi niñez pero no he podido darle respuesta a esta inquietud desde hace mucho tiempo. He buscado en libros Cristianos e incluso en libros de Orientalismo pero no he podido estar satisfecho. Para convertirse en psicoanalista, quien es aquel que puede sanar el corazón, necesita que uno primero haya resuelto todos los problemas del corazón. Solamente entonces puede valorar correctamente, comprender los problemas del paciente y sanarlo. Por lo tanto, el psicoanalista en primer lugar tiene que convertirse en paciente y pasar por el tratamiento, el cual abarcará muchos años y finalmente 300 o 500 horas de análisis y educación. Es un proceso riguroso durante el cual su pasado será desenterrado, su corazón disecado, y sus problemas descubiertos. Sin embargo, incluso después de tan difícil proceso, es casi imposible que todos estos problemas sean resueltos. Solamente cuando el psicoanalista reconoce sus propios problemas, puede apartarse de mal interpretar el corazón del paciente. Un profesional reconoce la complejidad del corazón del hombre. Un psicópata no es diferente de una persona ordinaria. Hay solamente unas pocas diferencias entre ellos; incluso una persona ordinaria tiene problemas mentales es solamente que esos problemas no han cruzado la línea fronteriza. La primera vez que me reuní con el Dr. Jaerock lee fue cuando él estaba enseñando “Los sermones sobre Job”, en la vigilias del viernes. Yo había llegado a Manmin forzadamente y por petición de un amigo, pero pronto fui cautivado por los mensajes del Dr. Lee. Como una persona, Job parecía perfecto y bueno. Cuando sintió que las cosas se volvían injustas para él o cuando se encontró en situaciones desesperantes, la maldad en lo profundo de su corazón salió a luz. No poseía él ni una onza de maldad, Job no hubiera mostrado esa maldad bajo cualquier circunstancia. Mi boca se abrió en sorpresa al escuchar las enseñanzas que tan abiertamente y tan evidentemente disecaban las obras internas del corazón de Job. Sin la inspiración de Dios, no hay manera de que el Rev. Dr. Lee pudiera comprender todo eso por sí mismo. “Los sermones sobre Job” del Dr. Lee duraron 194 sesiones en un período de 6 años, y han sido recopiladas ordenadamente y publicadas en dos volúmenes. Dios desea que seamos perfectos y santos como nuestro Padre del cielo es perfecto (Mateo 5:48) y como nuestro Señor es santo (1 Pedro 1:16). Alcanzar el corazón de bondad parece y suena como una idea muy noble. Cuando los eventos transpiren en una forma que no está de acuerdo con el corazón de alguien, esta persona está lista a justificarse y a culpar a los demás. Esto es lo que somos: seguimos creyendo que somos buenos y rápidamente pensamos que los otros son malos. Nuestro señor son nuestros propios estándares necios de autosuficiencia y de marcos de pensamiento, y no lo que es apropiado a la vista de Dios. Deshacernos de esas cosas no es imposible. Jesús, quien ha hecho solamente bien y que se sujetó a Sí mismo a tan brutal aflicción para redimirnos de nuestros pecados, se ha establecido Él mismo como un ejemplo. Nos ha dado todo, pero para aquellos que lo rechazan y lo critican, en lugar de agradecerle, Jesús intercedió con amor, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Como Jesús era el mejor médico quien tiene una mente saludable sin ninguna mancha y sin defecto, fue capaz de sanar a muchas personas no solo de las enfermedades del cuerpo sino también los del corazón. Las personas que han conocido a Jesús solamente pueden estar cautivadas y emocionadas con Él, oran con fervor para ser transformados y convertirse en Sus verdaderos amigos con quien Él pueda compartir Su inmensa bondad.
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