Las Bienaventuranzas Entendimiento de la verdadera bendición
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Mayo 12, 2013 |
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Iglesia de las Bienaventuranzas, construida en el lugar tradicional donde Jesús predicó el Sermón del Monte
En la cima de un monte, Jesús predicó un mensaje precioso a la multitud. A este se lo ha denominado ‘El Sermón del Monte’. A las personas que pronto desaparecen como la niebla, Jesús les enseñó acerca de las bendiciones eternas, es decir, las bendiciones verdaderas para entrar al reino de los Cielos. Ese mensaje fue ‘Las Bienaventuranzas’. Sirve de señal para que nosotros podamos examinar nuestras vidas para entrar en el lugar donde está el trono de Dios; la Nueva Jerusalén. ¡Ahondemos un poco más en eso!
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).
Ser ‘pobres de espíritu’ es poseer un corazón sin arrogancia, orgullo, egoísmo, deseos personales y maldad. De esta manera, las personas que son ‘pobres en espíritu’ aceptan el evangelio con mayor facilidad. Luego de aceptar a Jesucristo, anhelan las cosas espirituales. Además, están dispuestas a cambiar rápidamente mediante el poder de Dios. Para llegar a ser pobres en espíritu, debemos despojarnos de los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. En otras palabras, debemos siempre hallar la maldad en nosotros a través de la Palabra, abstenernos mediante la oración ferviente y llegar a ser hijos espirituales. Solo de esta manera podremos disfrutar de las bendiciones eternas en el Cielo.
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4).
En este caso, ‘llorar’ significa el llanto espiritual por el reino de Dios y Su justicia, y no el llanto humano que es causado por el propio sufrimiento de una persona y sus deseos egoístas. Sobre todas las cosas, para llorar espiritualmente debemos poseer amor espiritual en nosotros. Este es el llanto de arrepentimiento por nuestros pecados o por no haber cumplido con nuestras responsabilidades. También existe el llanto por nuestros hermanos en la fe y el llanto para salvar a las almas. Cuando lloramos espiritualmente, Dios nos da lo que necesitamos y aún más de lo que necesitamos. También nos da recompensas en el reino de los Cielos.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).
Aquellos que son espiritualmente mansos son fuertes y valientes en la verdad, mientras que al mismo tiempo, tienen un temperamento suave y apacible. Debido a que son personas virtuosas al igual que buenas y gentiles, pueden perdonar las faltas de los demás, entenderlos y abrazarlos. Muchas personas pueden encontrar descanso en ellos y también disfrutar de paz. Debido a que guían a la salvación a muchas personas de esta manera, pueden recibir grandes extensiones de tierra en el Cielo.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6).
La justicia en este caso, es seguir la voluntad de Dios y practicar Su Palabra que es la bondad y la verdad en sí. Al igual que las personas que tienen hambre y sed buscan alimento y agua fervientemente, debemos tener hambre y sed de justicia para poder lograrlo. Para que podamos saciar nuestra hambre y sed espiritual, necesitamos alimentarnos del cuerpo y la sangre de Jesús. Esto quiere decir que debemos guardar la Palabra de Dios diligentemente y ponerla en práctica. Si nos mantenemos escuchando la Palabra y poniéndola en práctica mientras tenemos hambre y sed de justicia, podremos de este modo alcanzar un corazón espiritual libre de falsedades. Esto es plenitud espiritual dada a aquellos que tienen hambre y sed de justicia.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).
‘Misericordia’ es entender, perdonar y guiar a otros al camino correcto aunque nos hagan cosas malas sin razón alguna. No es mirar las cosas desde nuestro propio punto de vista siguiendo nuestros propios beneficios, sino pensar desde el punto de vista de los demás para que podamos entenderles y mostrarles misericordia. La ‘misericordia’ es revelada en lo externo en diferentes maneras. Existe la misericordia en el perdón, en el castigo y en las obras de caridad. Si usted puede perdonar y mostrar misericordia a las demás personas, Dios perdonará sus iniquidades y le mostrará misericordia.
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).
El ser ‘limpio de corazón’, significa que debemos actuar de una manera santa, no solo en lo externo con conocimiento y educación, sino que también debemos tener un corazón santo y santificado. En la medida que nosotros nos abstengamos de la maldad de nuestros corazones, escuchemos la Palabra de Dios, la pongamos en práctica y llenemos nuestra vida con la verdad, podremos tener corazones puros. Para lograr esto, lo que necesitamos es nuestro esfuerzo y fuerza de voluntad para practicar la Palabra de Dios. En este caso la bendición de ‘ver a Dios’, no solo significa que podemos ver la imagen de Dios el Padre, sino que también significa que los puros pueden recibir las respuestas a sus deseos del corazón a través de las oraciones. Significa que pueden tener un encuentro y experimentar a Dios en sus vidas.
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).
El significado espiritual de paz es el de sacrificarnos a nosotros mismos incluso para entregar nuestras vidas. Solo después de tener paz con Dios al destruir el muro de pecado que se encuentra entre Dios y nosotros, y obtener nosotros mismos la paz al desechar cosas falsas como el odio, podremos tener paz con los demás. Si sacrificamos nuestras vidas en todas las cosas y nos despojamos de toda forma de maldad, podemos decir que buscamos la paz. Entonces seremos llamados hijos de Dios. De esta manera también podremos disfrutar de la autoridad espiritual y el poder que disfrutó Jesús (Mateo 10:1). Además, entraremos a la Nueva Jerusalén donde se encuentra el trono de Dios y así disfrutaremos del honor y la gloria como verdadero hijos de Dios.
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10).
Cuando vivimos de acuerdo a la Palabra de Dios siguiendo la verdad, a veces nos enfrentamos a persecuciones, tal como describe 2 Timoteo 3:12. Por consiguiente, al igual que las tinieblas desaparecen donde hay luz, cuando el número de creyentes en el Señor, quien es la Luz, se aumenta, el poder del gobierno del enemigo diablo y Satanás disminuirá. El enemigo diablo y Satanás controla a las personas que son mundanas; las cuales les pertenecen. Ellos insisten en causar persecución a los creyentes para que ya no haya más creyentes. La razón por la cual nos podemos regocijar y estar alegres cuando padecemos persecución por causa del nombre del Señor, es porque la recompensa en el Cielo será grandiosa. Al vencer la persecución, nuestra fe crecerá y podremos avanzar a un mejor lugar en el reino de los Cielos.
_Extractos del libro Un Hombre en Búsqueda de la Bendición Verdadera por el Dr. Jaerock Lee
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